lunes, 15 de octubre de 2012

Encuentro en el bar

Encuentro en el bar

 Al final de la jornada, me había juntado con un viejo par de compinches a festejar el día del amigo. Después de comer algo por allí, fuimos a un bar a terminar la noche tomando algunos tragos y recordando algunas correrías de nuestras épocas de soltero. Terminamos en un local medianamente concurrido, en el que tocaban unos jóvenes algunas remakes de los viejos tiempos.

Ya la noche estaba languideciendo y todos pensábamos en despedirnos cuando noté un grupo cercano de chicas sentadas en la barra. No era de extrañar encontrarlas solas teniendo en cuenta la celebración. Me llamó la atención una bella mujer de unos 37 años, delgada. alta y de cabellos castaño claro. Mientras le observaba haciéndome el desentendido, pude darme cuenta que miraba hacia nosotros. Por ese motivo, comencé a prestarle más atención. Nuestros ojos se encontraron en un par de ocasiones. La segunda vez, le sonreí ligeramente y pude ver que desviaba la mirada pero al mismo tiempo respondió discretamente a mi sonrisa.

Sin que mis compañeros se percataran, esperé pacientemente a que su rostro se volviera nuevamente hacia mí y cuando lo hizo, le miré directamente. Sostuvo la mirada unos momentos, por lo que interpreté que cuando menos, yo le agradaba. Honestamente no sé si fue el alcohol lo que me impulsó en esos momentos. No estaba yo borracho, ni mucho menos, pero mi carácter es más bien tímido, y creo me habría impedido abordarle del modo en que lo hice esa noche.

Había notado que llevaba un argolla en su dedo anular. Era casada igual que yo.

Esperé pacientemente a que mis amigos se retiraran, quedándome unos momentos más con una excusa banal. No tenía yo otro motivo que deshacerme de testigos indiscretos. Después de unos minutos, veo que sus tres amigas se retiran y ella se queda unos momentos buscando algo en su cartera. Aproveché para abordarla sentándome a su lado. Comenzamos a charlar. Me entero que su nombre es Viviana, es maestra y tiene dos hijos adolescentes.

Cuando la charla deja de lado los formalismos y se vuelve relajada, veo que su trago se acaba y le invito a otro. Accede de buena gana. Al moverme para llamar al barman, dejo que mi pierna se acerque y roce la suya. No parece molestarle el contacto. Llevo lentamente la conversación a temas algo más serios, mientras una sensación de deseo crece dentro de mí. Al cabo de un rato, comienzo a enviarle miradas lascivas, recorriendo sus hombros, pechos y cintura. Le veo extraña e inquieta en la banqueta de la barra. Serenamente vamos entrando en el terreno de la seducción mutua.

En algún momento parece despertar de pronto y empieza a mostrarse algo incómoda, como reflexionando sobre lo que nos estaba sucediendo. Después de unos minutos, decide marcharse. Dejo que se despida de mí y mientras se dirige a la puerta, pago rápidamente y le sigo. Fuera del local, va al estacionamiento. Se detiene frente a un auto y mientras busca las llaves en su cartera, me acerco hasta casi pegarme contra ella. Sobresaltada, se da vuelta apoyándose contra el auto. Al reconocerme en la penumbra, recobra el aliento y con una sonrisa nerviosa, menciona mi nombre.

- "No quiero que te vayas aún, cariño. Quiero ponértela bien adentro". Le digo casi extrañándome por las palabras que salen de mi boca.

Viviana me mira desafiante mientras intenta abofetearme el rostro. Pude notar un brillo extraño en sus ojos, intentando disfrazarse con ese gesto poco convincente. Le tomo las muñecas sosteniéndolas sobre el techo de su auto, me acerco y le doy un beso mientras mi pene se pega a su sexo. Abre su boca respondiendo y nuestras lenguas se tocan mientras con mis piernas separo las suyas y froto mi verga contra su coño.

- "Hoy quiero que seas mi puta", le digo. Eso parece excitarla más por las contracciones de su cuerpo.

Tomo las llaves de su auto que sostiene en una de sus manos, abro el coche y metiéndola dentro por el lado del conductor, exclamo:

- "Ven conmigo, Viviana", mientras se corre al lado del acompañante.

Me ubico detrás del volante. Respira rápidamente y noto que sus ojos lloran cuando dice:

- "No soy una puta vulgar"
-" No he dicho que lo seas. Quiero que seas MI puta particular" dejo escapar mirándola directamente a los ojos.

Su piel está maravillosamente rosada, producto de la gran turbación que siente mezclada con la excitación que hay entre nosotros.
Antes de arrancar le atraigo hacia mí, obligándola a que me monte sobre el auto. Me besa con la lengua y presionamos nuestros sexos moviéndonos para estimularnos. Recorro sus piernas con mis manos.

-"Quiero cogerte", le digo.
-"Métemela fuerte. Quiero ser tu puta." responde.

Vuelve a ubicarse en el asiento y dirijo el carro hasta un hotel cercano. Al entrar en la habitación, decide bañarse. Dejo que vaya. Después de darle unos momentos, me desnudo por completo y le sigo entrando en la ducha. Viviana no dice nada. Me recibe con su cuerpo húmedo. Se estrecha contra mí y sus dedos me recorren lentamente. Con las manos enjabonadas, empieza a masturbarme.

En ese momento le tomo entre mis brazos y le llevo a la cama con nuestros cuerpos aún mojados.

Empiezo a besarle todo el cuerpo mientras sus manos exploran las curvas de mi culo. Tiene movimientos torpes, propios de la ansiedad que ambos sentimos. Le tiro bruscamente de sus piernas, abriéndolas con un movimiento rápido. Busco su sexo al que acaricio con mi lengua y puedo sentir como Viviana comienza a volverse loca.
Le masturbo con la lengua, chupando toda la extensión de su vulva. Ella responde con su cuerpo y empieza a gritar de placer mientras mi lengua le abre los labios menores y explora todo el interior de su sexo.

Siento que está muy mojada. El olor de su flujo mezclado con orín comienza a enceguecer mi mente. Cuando meto la lengua en la vagina, un chorro de pis me llena la boca con el liquido caliente. Le trago con placer genuino mientras gimo fuertemente, para que sepa que me gusta. Ella responde gritando todavía más, pidiéndome que le siga lamiendo la vagina.

Después de un rato largo de hacerle sexo oral, me levanto y me coloco cerca de su boca. Tomo su cabeza mientras hago que se trague bruscamente todo el largo de mi pene. Parece excitarse aún más. Mi mano derecha sostiene los cabellos de su nuca mientras la izquierda reposa por debajo de su barbilla, guiándola mientras le embisto.

Puedo sentir como respira fuertemente mientras su lengua recorre la cabeza de mi polla. Sus manos presionan mis testículos y atraen mi cadera contra su boca. Voy a recordar mucho tiempo esa magnífica felación. Le bombeo sin parar. Sin ningún reparo mi pene le penetra profundamente, llegando a lo más profundo de su garganta. Después de una larga felación, me grita:

- "Penétrame".

Le doy vuelta en la cama. Su culo queda frente a mi. Saco una almohada y la doblo deslizándola por debajo de su cadera para que su sexo quede ubicado en mejor posición. Siento que Viviana está muy lubricada. Comienzo a penetrarle y mientras disfruto del momento, puedo sentir cómo un chorro de orín me moja, recorriéndome las piernas hasta las sábanas. Entro y saco rápidamente la cabeza de mi polla para estimularle.

Grita con un sonido ronco y me impresiona la mezcla de placer y de dolor que le provoco. Le bombeo sin parar, introduciéndome cada vez más profundamente mientras Viviana acomoda sus caderas para que llegue más adentro. Jadea, y cuando le embisto, mueve sus caderas contra mí. Sentimos cómo chocan nuestros cuerpos.

Toma mi mano derecha y lleva mi pulgar contra su ano. Mojo con saliva mi dedo y le froto fuertemente, mientras siento cómo contrae el orificio de su culo, excitándose más y moviéndose al compás de mis salvajes embestidas. Comienza a gritar:

- ¡Si, dámelo, dámelo! Y después de unos fuertes masajes en su ano, le penetro con mi dedo mientras gime de placer.

Siento mi pene chocando contra la pared anterior de su vagina. Ella acomoda su cadera y contrae su interior para que podamos disfrutar de más placer.

- "Me gusta cómo folla esta nena", pienso por unos momentos.

Después de un rato se da vuelta y levanta las piernas preparándose en la postura del cangrejo. Yo estoy muy erguido. Le penetro sin contemplaciones. Grita de placer cuando siente que llego al extremo de su vagina.

Viviana choca su cadera contra mí al tiempo que me besa locamente con la boca abierta, dejando escapar gemidos con cada embestida de mi pene. Puedo sentir las contracciones intensas de su vagina contra mi polla cuando Viviana cruza sus piernas sobre mi cuerpo, arqueando sus espaldas. Una inundación de fluido cálido recorre mis bolas y moja por completo mi sexo.

Estoy listo para acabar. Le pregunto si puedo terminar, pero Viviana quiere darme una sorpresa. Sin contestar, retira rápidamente su chorreante vagina y me acuesta de espaldas en la cama. Se arrodilla llevando su boca frente a mi pene. Antes de mamármelo, me dice

- "Quiero que acabes en mi boca".

Dicho esto, lleva mi pene lo más profundo que puede en su boca. Después de algunas embestidas, siento cómo me corro deliciosamente. Tanta es mi excitación que me parece derramar un litro de semen mientras arqueo mi espalda para acercarme a su rostro.

Viviana lo traga por completo. Después de limpiarse la boca con las manos, se recuesta a mi lado.
Tras unos momentos me dice que tiene que volver con su marido.

Nos bañamos, nos vestimos, pago por la habitación y le acompaño a su auto.
Antes de subir, no damos un largo beso final, mientras nuestras manos recorren los cuerpos dolorosamente agotados.

Cuando nos separamos, le digo:
- "Mañana quiero cogerte de nuevo, perra mía"

Viviana responde sonriendo:
- "Mañana vendremos en tu auto".

No hay comentarios:

Publicar un comentario