Encuentro en el bar
Al final de la jornada, me había juntado con un viejo par de compinches a
festejar el día del amigo. Después de comer algo por allí, fuimos a un
bar a terminar la noche tomando algunos tragos y recordando algunas
correrías de nuestras épocas de soltero. Terminamos en un local
medianamente concurrido, en el que tocaban unos jóvenes algunas remakes
de los viejos tiempos.
Ya la noche estaba languideciendo y
todos pensábamos en despedirnos cuando noté un grupo cercano de chicas
sentadas en la barra. No era de extrañar encontrarlas solas teniendo en
cuenta la celebración. Me llamó la atención una bella mujer de unos 37
años, delgada. alta y de cabellos castaño claro. Mientras le observaba
haciéndome el desentendido, pude darme cuenta que miraba hacia nosotros.
Por ese motivo, comencé a prestarle más atención. Nuestros ojos se
encontraron en un par de ocasiones. La segunda vez, le sonreí
ligeramente y pude ver que desviaba la mirada pero al mismo tiempo
respondió discretamente a mi sonrisa.
Sin que mis compañeros se
percataran, esperé pacientemente a que su rostro se volviera nuevamente
hacia mí y cuando lo hizo, le miré directamente. Sostuvo la mirada unos
momentos, por lo que interpreté que cuando menos, yo le agradaba.
Honestamente no sé si fue el alcohol lo que me impulsó en esos momentos.
No estaba yo borracho, ni mucho menos, pero mi carácter es más bien
tímido, y creo me habría impedido abordarle del modo en que lo hice esa
noche.
Había notado que llevaba un argolla en su dedo anular. Era casada igual que yo.
Esperé pacientemente a que mis amigos se retiraran, quedándome unos
momentos más con una excusa banal. No tenía yo otro motivo que
deshacerme de testigos indiscretos. Después de unos minutos, veo que sus
tres amigas se retiran y ella se queda unos momentos buscando algo en
su cartera. Aproveché para abordarla sentándome a su lado. Comenzamos a
charlar. Me entero que su nombre es Viviana, es maestra y tiene dos
hijos adolescentes.
Cuando la charla deja de lado los
formalismos y se vuelve relajada, veo que su trago se acaba y le invito a
otro. Accede de buena gana. Al moverme para llamar al barman, dejo que
mi pierna se acerque y roce la suya. No parece molestarle el contacto.
Llevo lentamente la conversación a temas algo más serios, mientras una
sensación de deseo crece dentro de mí. Al cabo de un rato, comienzo a
enviarle miradas lascivas, recorriendo sus hombros, pechos y cintura. Le
veo extraña e inquieta en la banqueta de la barra. Serenamente vamos
entrando en el terreno de la seducción mutua.
En algún momento
parece despertar de pronto y empieza a mostrarse algo incómoda, como
reflexionando sobre lo que nos estaba sucediendo. Después de unos
minutos, decide marcharse. Dejo que se despida de mí y mientras se
dirige a la puerta, pago rápidamente y le sigo. Fuera del local, va al
estacionamiento. Se detiene frente a un auto y mientras busca las llaves
en su cartera, me acerco hasta casi pegarme contra ella. Sobresaltada,
se da vuelta apoyándose contra el auto. Al reconocerme en la penumbra,
recobra el aliento y con una sonrisa nerviosa, menciona mi nombre.
- "No quiero que te vayas aún, cariño. Quiero ponértela bien adentro".
Le digo casi extrañándome por las palabras que salen de mi boca.
Viviana me mira desafiante mientras intenta abofetearme el rostro. Pude
notar un brillo extraño en sus ojos, intentando disfrazarse con ese
gesto poco convincente. Le tomo las muñecas sosteniéndolas sobre el
techo de su auto, me acerco y le doy un beso mientras mi pene se pega a
su sexo. Abre su boca respondiendo y nuestras lenguas se tocan mientras
con mis piernas separo las suyas y froto mi verga contra su coño.
- "Hoy quiero que seas mi puta", le digo. Eso parece excitarla más por las contracciones de su cuerpo.
Tomo las llaves de su auto que sostiene en una de sus manos, abro el
coche y metiéndola dentro por el lado del conductor, exclamo:
- "Ven conmigo, Viviana", mientras se corre al lado del acompañante.
Me ubico detrás del volante. Respira rápidamente y noto que sus ojos lloran cuando dice:
- "No soy una puta vulgar"
-" No he dicho que lo seas. Quiero que seas MI puta particular" dejo escapar mirándola directamente a los ojos.
Su piel está maravillosamente rosada, producto de la gran turbación que
siente mezclada con la excitación que hay entre nosotros.
Antes de
arrancar le atraigo hacia mí, obligándola a que me monte sobre el auto.
Me besa con la lengua y presionamos nuestros sexos moviéndonos para
estimularnos. Recorro sus piernas con mis manos.
-"Quiero cogerte", le digo.
-"Métemela fuerte. Quiero ser tu puta." responde.
Vuelve a ubicarse en el asiento y dirijo el carro hasta un hotel
cercano. Al entrar en la habitación, decide bañarse. Dejo que vaya.
Después de darle unos momentos, me desnudo por completo y le sigo
entrando en la ducha. Viviana no dice nada. Me recibe con su cuerpo
húmedo. Se estrecha contra mí y sus dedos me recorren lentamente. Con
las manos enjabonadas, empieza a masturbarme.
En ese momento le tomo entre mis brazos y le llevo a la cama con nuestros cuerpos aún mojados.
Empiezo a besarle todo el cuerpo mientras sus manos exploran las curvas
de mi culo. Tiene movimientos torpes, propios de la ansiedad que ambos
sentimos. Le tiro bruscamente de sus piernas, abriéndolas con un
movimiento rápido. Busco su sexo al que acaricio con mi lengua y puedo
sentir como Viviana comienza a volverse loca.
Le masturbo con la
lengua, chupando toda la extensión de su vulva. Ella responde con su
cuerpo y empieza a gritar de placer mientras mi lengua le abre los
labios menores y explora todo el interior de su sexo.
Siento
que está muy mojada. El olor de su flujo mezclado con orín comienza a
enceguecer mi mente. Cuando meto la lengua en la vagina, un chorro de
pis me llena la boca con el liquido caliente. Le trago con placer
genuino mientras gimo fuertemente, para que sepa que me gusta. Ella
responde gritando todavía más, pidiéndome que le siga lamiendo la
vagina.
Después de un rato largo de hacerle sexo oral, me
levanto y me coloco cerca de su boca. Tomo su cabeza mientras hago que
se trague bruscamente todo el largo de mi pene. Parece excitarse aún
más. Mi mano derecha sostiene los cabellos de su nuca mientras la
izquierda reposa por debajo de su barbilla, guiándola mientras le
embisto.
Puedo sentir como respira fuertemente mientras su
lengua recorre la cabeza de mi polla. Sus manos presionan mis testículos
y atraen mi cadera contra su boca. Voy a recordar mucho tiempo esa
magnífica felación. Le bombeo sin parar. Sin ningún reparo mi pene le
penetra profundamente, llegando a lo más profundo de su garganta.
Después de una larga felación, me grita:
- "Penétrame".
Le doy vuelta en la cama. Su culo queda frente a mi. Saco una almohada y
la doblo deslizándola por debajo de su cadera para que su sexo quede
ubicado en mejor posición. Siento que Viviana está muy lubricada.
Comienzo a penetrarle y mientras disfruto del momento, puedo sentir cómo
un chorro de orín me moja, recorriéndome las piernas hasta las sábanas.
Entro y saco rápidamente la cabeza de mi polla para estimularle.
Grita con un sonido ronco y me impresiona la mezcla de placer y de
dolor que le provoco. Le bombeo sin parar, introduciéndome cada vez más
profundamente mientras Viviana acomoda sus caderas para que llegue más
adentro. Jadea, y cuando le embisto, mueve sus caderas contra mí.
Sentimos cómo chocan nuestros cuerpos.
Toma mi mano derecha y
lleva mi pulgar contra su ano. Mojo con saliva mi dedo y le froto
fuertemente, mientras siento cómo contrae el orificio de su culo,
excitándose más y moviéndose al compás de mis salvajes embestidas.
Comienza a gritar:
- ¡Si, dámelo, dámelo! Y después de unos fuertes masajes en su ano, le penetro con mi dedo mientras gime de placer.
Siento mi pene chocando contra la pared anterior de su vagina. Ella
acomoda su cadera y contrae su interior para que podamos disfrutar de
más placer.
- "Me gusta cómo folla esta nena", pienso por unos momentos.
Después de un rato se da vuelta y levanta las piernas preparándose en
la postura del cangrejo. Yo estoy muy erguido. Le penetro sin
contemplaciones. Grita de placer cuando siente que llego al extremo de
su vagina.
Viviana choca su cadera contra mí al tiempo que me
besa locamente con la boca abierta, dejando escapar gemidos con cada
embestida de mi pene. Puedo sentir las contracciones intensas de su
vagina contra mi polla cuando Viviana cruza sus piernas sobre mi cuerpo,
arqueando sus espaldas. Una inundación de fluido cálido recorre mis
bolas y moja por completo mi sexo.
Estoy listo para acabar. Le
pregunto si puedo terminar, pero Viviana quiere darme una sorpresa. Sin
contestar, retira rápidamente su chorreante vagina y me acuesta de
espaldas en la cama. Se arrodilla llevando su boca frente a mi pene.
Antes de mamármelo, me dice
- "Quiero que acabes en mi boca".
Dicho esto, lleva mi pene lo más profundo que puede en su boca. Después
de algunas embestidas, siento cómo me corro deliciosamente. Tanta es mi
excitación que me parece derramar un litro de semen mientras arqueo mi
espalda para acercarme a su rostro.
Viviana lo traga por completo. Después de limpiarse la boca con las manos, se recuesta a mi lado.
Tras unos momentos me dice que tiene que volver con su marido.
Nos bañamos, nos vestimos, pago por la habitación y le acompaño a su auto.
Antes de subir, no damos un largo beso final, mientras nuestras manos recorren los cuerpos dolorosamente agotados.
Cuando nos separamos, le digo:
- "Mañana quiero cogerte de nuevo, perra mía"
Viviana responde sonriendo:
- "Mañana vendremos en tu auto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario