miércoles, 26 de diciembre de 2012

El desayuno



















El desayuno

Recibí a Aldana a primera hora del día. Era sábado.

Muchas mañanas solemos desayunar juntos, pero eso depende de lo apurada que se encuentre. Es dueña de un pequeño negocio de catering y desde hace años, nos provee el desayuno en la oficina.

Si bien nos conocemos desde hace varios años, porque es prima de mi mujer, inició su negocio hace bastante poco tiempo y me pareció muy buena idea que se encargara del catering de la oficina.

Es una mujer pequeña, de unos cuarenta años, con una figura bien conservada. Usa el pelo bastante corto y en ocasiones viste faldas generosas que dejan ver sus bien torneadas piernas un poco más allá de las rodillas.

Siempre tuvimos un buen trato, pero desde que le contraté para proveernos de las viandas y los desayunos, solemos mantener un contacto más estrecho, principalmente a través del teléfono y de internet.

Aldana tiene un carácter fácil de llevar, sumamente alegre y se complementa muy bien con mi humor ácido, que a veces gusta de traer el doble sentido a una conversación.

Como decía, a veces tiene tiempo y logro que me acompañe unos minutos en la mañana. Últimamente nos hemos hecho compinches en facebook. No es raro que nos conectemos para saludarnos y enviarnos pequeños mensajes y fotografías graciosas.

También intercambiamos conversaciones a través del chat o skype, por lo que no es raro que allí los temas suban un poco el tono.

Aldana es una mujer atractiva y tiene casi los mismos años de casada que yo. Por sus charlas, puedo ver que pasamos por períodos parecidos, en donde la rutina ha ganado nuestros dormitorios y se empieza a ejercitar el juego de seducción no por malicia, sino como una necesidad de sentirse bien con uno mismo.

¿No te ha pasado? Esa sensación extraña que te hace preguntarte si tu pareja te sigue deseando o permanece contigo por una cuestión de obligación aparente. Bueno, no sé tú, pero lo cierto es que solemos chatear cada tanto algo subido de tono y ambos disfrutamos de los resultados de esos intercambios.

Bueno, nosotros y también nuestras parejas, porque después de esas sesiones, solemos descargarnos en los dormitorios con nuestras parejas.

Aldana es muy recatada. Las sesione de sexo virtual que tan cachondos nos ponen, no habían pasado más allá que de intercambios escritos, sin cámaras de por medio. La fantasía nos había permitido masturbarnos pensando en el otro, mientras leíamos las fantasías escritas, pero no había pasado más allá de eso.

Ella me había descripto varias posiciones en las que le gustaba hacer el amor. Me había descripto en detalle las sensaciones que sentía ante cada caricia y las formas en que yo debería mover mis manos sobre ella para estimularle.

Sabía bien como debería estimularle con mi lengua y de qué forma le gustaba ser penetrada. Por mi parte, en las sesiones de chat yo también había sido bastante explícito.

Desde que habíamos empezado a intimar por internet, notábamos que la chispa mutua se había ido transformando en un estado de complicidad mutua en la que compartíamos una mezcla de lujuria y deseo.

Después de tantos años de matrimonio en los que se había perdido la "chispa", saber que a una mujer como Aldana yo no le era indiferente desde el punto de vista sexual, es muy estimulante.
Saber que alguien de verdad desea hacer el amor contigo, provocarte y abrirse de piernas porque tiene unas ganas locas de que la folles, es algo que realmente termina de revivir tu alma ¿no lo crees?

Imagino que a ella le pasa lo mismo. Necesita sentirse viva, deseada... sexy.

Siempre tienes a tu esposa o tu marido que suelen ser maravillosos y te quieren sin condicionamientos. Pero de algún modo, esa "chispa" se va apagando. Esta relación virtual justamente nos da la chispa que necesitamos para sentirnos amados y deseados.

Con el pasar del tiempo, nos fuimos conociendo en profundidad. Nuestras conversaciones se hicieron cada vez más directas, más morbosas.

Aprendimos sobre lo que hacemos en nuestras camas. Vaya si le conté cosas que hasta ahora no había contado a nadie. Lo cierto es que he comenzado a sentir una excitación más propia de un adolescente que de un cuarentón.

Para el momento que estoy relatando, con Aldana prácticamente nos escribíamos a diario. Esta faceta me había permitido conocerle más profundamente y me di cuenta que la mujer con la que me estaba involucrando, más que morbosa y caliente, es una persona culta y cariñosa. De conversación fácil y agradable. Muy inteligente.

Fue entonces cuando en medio de una de nuestras conversaciones ella lanzó la pregunta, ¿Cuándo nos vemos? Al principio no lo interpreté, pensando que se refería a alguna reunión familiar en la que solíamos cruzarnos, pero después de un instante mi cerebro se conectó de nuevo y me di cuenta que deseaba concretar un encuentro real.

Muchas cosas estaban en juego, así es que estaba claro que debía organizarse un modo muy discreto. Ella ya me había dicho que no le apetecía arriesgar que le vieran entrando en un hotel porque eso habría generado un escándalo mayúsculo en nuestra familia.

Afortunadamente, no me costó encontrar un piso de alquiler en el mismo edificio de mi oficina. Es un pequeño apartamento amueblado que nos viene perfecto. El único día y horarios posibles para encontrarnos sin despertar sospechas, resultó ser el sábado de mañana.

Mis empleados no trabajan el sábado, pero yo suelo darme una vuelta a primera hora porque me gusta el ambiente solitario de mi despacho y uso un par de horas para escribir tranquilo estas historias que tú lees. El viernes anterior a nuestro primer encuentro, le di a Aldana una copia de la puerta de entrada del edificio y la llave para entrar al departamento, que dicho sea de paso arrendé por un año completo.

Aldana se encargaría de llevar nuestro desayuno para ese sábado.

Esa jornada se volvió larga y agotadora. No podía dejar de imaginar cómo sería el sexo entre nosotros, como le lamería el coño, qué sentiría al probar su sexo y sentir su olor……  Tanto imaginar se me ponía la polla dura y en vista de que no había manera de que se me bajara opté por dejarme llevar por el trabajo diario y olvidarme un poco de aquello.

Terminando el día, usé la portátil para comunicarme con Aldana y preguntarle si le vería en la mañana siguiente. Quedamos en que llegaría a las 9. Ella también estaba excitada.

A la mañana siguiente me levanté a las 08.00, me duché, afeité y antes de ir al departamento, tomé un par de pastillas de viagra natural como para asegurarme un buen desempeño. En realidad, no las necesito, pero en ese momento no quería que los nervios del primer encuentro me jugaran una mala pasada.

A eso de las 9:05, sonó el timbre. Abrí la puerta y allí estaba ella, con su sonrisa y su mirada  pícara. Nos dimos dos besos y le invité a entrar. Dejó en mis manos la bandeja con nuestros desayunos, que me apresuré a dejar en la mesa principal. Cerrada la puerta, me acerqué a ella y le besé en la boca. Confieso que a pesar del tiempo de nuestra relación, yo estaba nervioso y ese fue mi primer impulso. Nunca lo comentamos pero imagino que ella notó mi erección cuando el paquete se arrimó a ella mientras nos besábamos.

No olvidaré nunca la primera vez que sentí su lengua enlazarse con la mía, larga, jugosa y muy juguetona. No fue un beso corto porque era difícil dejar de besarla. Lo habíamos deseado tantas veces… Lo habíamos planeado tanto…. Y ese era nuestro primer contacto.

Llevaba una blusa floreada sin mangas en la que predominaban los rosados. Dejaba intuir vagamente la forma de sus pechos…. Usaba un pantalón corto ancho de la misma tela. De lejos parecía una falda amplia y como terminaba a medio muslo, dejaba ver sus maravillosas piernas.

Aldana no usa demasiado maquillaje, pero tenía los ojos delineados de modo que les veía  misteriosos, risueños y pícaros. Un collar de delicadas piedras de fantasía en tonos rojos rodeaba su cuello y se perdía dentro del pecho con aros colgantes haciendo juego completaban su vestimenta.

Tenía un perfume Carolina Herrera suave y sensual. Definitivamente es una mujer guapa, más interesante y atrayente que lo que dejan ver las fotos.

Le mostré el departamento. Una habitación con cama doble, el baño, la cocina y la sala. Después que Aldana mostró su aprobación al conjunto, sugirió algunas mejoras al decorado. Pasaríamos bastante tiempo en ese departamento y quería darle un toque de comodidad y bienestar.

Sin ningún apuro, nos sentamos en el sillón para charlar animadamente unos minutos. Después de apagar nuestros celulares, le conduje de la mano al dormitorio. Aldana me siguió mansamente.

Llegaba la hora de desnudarnos, de acariciarnos. Ella se quitó la blusa y puede ver el sujetador, era un corpiño blanco que le marcaba bien las tetas, de tamaño medio, de las que entran en la mano. Me empezó a desabrochar los botones de la camisa mientras yo me quitaba los zapatos y los calcetines. Le bajé los pantalones y pude ver una braga atada con unos lazos. Ya le había visto antes el juego de ropa interior en fotos. Me arrodillé y por le cogí el culo, mientras atraía su sexo a mi cara. Estaba muy excitado, me apretaba la polla dentro del bóxer, quería liberarla.

Le pedí que se tumbara en el colchón boca abajo, le desnudé entera y le dije que se relajara. Tomé con mis manos un aceite que había comprado en un sex -shop. El aceite tenía esencias. Empecé a acariciarle la espalda con las dos manos. No había prisas. De los hombros bajaba por su columna y por sus costillas hacia sus nalgas tratando de presionar y mover mis manos de forma sensual, que notara que estaba disfrutando con ello tanto como ella. Cogí un poco más de aceite y lo dejé caer en sus muslos, estaba algo frio y le daba impresión, pero notaba que le gustaba.

Nada más empezar a acariciar sus muslos abrió las piernas lo suficiente para que tuviera sitio a llegar a donde quisiera. Le masajee durante un rato las piernas y muslos, me di cuenta que todavía tenía puesto el bóxer y me lo quité, dejando que mi polla rozará sus muslos, la sintió y no dijo nada. Cada vez me acercaba más y más y sus gemidos eran más intensos.

Eché unas últimas gotas de aceite en la raja de su culo y empecé a centrarme en darle gusto, en llegar a su sexo. Ella había abierto mucho más las piernas y el camino estaba totalmente libre. Movía en movimientos circulares las manos sobre su culo consiguiendo con ello abrir tanto sus labios como el ojete. Me gustaba y también a ella, porque levantó el culo, lo puso en pompa y no me pude resistir. Lancé mi lengua sobre ella y comencé a comerle su coño. Pasé mi lengua por sus labios exteriores con mucha sensualidad, insistí lentamente durante un rato para ir comprobando que cada vez estaba más y más mojada. Entonces introducía algo más mi lengua mientras le oía gemir.  Se dio la vuelta y me cogió por detrás, se metió la polla en la boca, me pegó una mamada y se sentó sobre mí para pasar a dominarme, estaba claro, necesitaba ser follada y yo me la quería follar una y otra vez.

Me había dicho que su postura preferida era donde se sentía dominante. Y me lo estaba demostrando. Me montaba mientras movía su culo hacia delante y detrás, en círculos para sentir al máximo mi polla en sus labios y mientras se frotaba el clítoris fuertemente en mi cabeza. Yo me incorporaba y chupaba sus pezones una y otra vez.  Luego de un buen rato de follar en esa postura atraje su cabeza hacia la mía. Le acosté boca arriba y le empecé a frotar fuertemente mis genitales contra los suyos. Con el frotamiento podía notar como resbalaba mi polla en su sexo mojado y caliente y cómo mis bolas tocaban su culo.

¿Te gustaría follarme? Me dijo mientras me frotaba contra ella. Claro que sí, mi vida, le dije. Tomó mi polla con sus manos y la metió poco a poco en su concha. Procedí con cuidado para no provocarle dolor. Sentí que estaba totalmente dentro suyo, pero no me movía porque  dejaba que fuera ella la que fuera marcando los ritmos. Lo hizo de forma acompasada, mientras yo seguía comiéndome sus pezones y la miraba con cara de lujuria desde el colchón. Con mi mano derecha tomaba sus nalgas y las apretaba fuertemente. Notaba que su vagina era mucho más estrecha que la de otras amantes y la intensidad del mete/saca era mucho mayor para mí, me gustaba.

Cuando vi que la polla entraba y salía con cierta facilidad, empecé a bombear, al principio suave para ir subiendo la intensidad. No tardé mucho porque estaba muy excitado y me puse a darle con ganas. Era nuestra primera experiencia y estábamos totalmente excitados.
Después de un rato, me pidió que la sacara y continuamos el coito con masturbación genital mutua.

Bajé mi boca a su sexo. Estaba empapada. Le pasaba la lengua muy fuerte sobre el clítoris y en ese momento sentí que después de mucho gemir, se corría. Yo no quería parar. Volví a frotarme contra su coño Tomé sus caderas y presioné su cuerpo contra el mío y me corrí como hacía tiempo no lo hacía. Le empapé la piel con semen. Tuve unos espasmos de placer, metí la polla dentro de su vagina bien adentro y las últimas gotas de semen las descargué dentro de su vagina. Ella jadeaba fuertemente. Al terminar, lo hizo de manera dulce y tierna, con un sonido bajo, relajante y tranquilizador. Me gustó terminar así nuestro primer polvo. Para cuando nos dimos cuenta, ya era hora de tomar nuestro desayuno. Estábamos hambrientos.


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