miércoles, 31 de octubre de 2012

Motoqueros




















Motoqueros

Florencia estaba aburrida.

Después de algunos años de relación con su novio, finalmente decidió romper con él. El deterioro natural del tiempo les había marcado y su noviazgo había caído en algo rutinario.

A Florencia le gustaba el juego de sumisión y durante cuatro años, su novio había tomado el rol de amo. Con el paso del tiempo Gustavo ( tal era el nombre de su ex ), había comenzado a mostrar más interés en el juego mismo que en ella.

En realidad, no le culpaba, porque hacía ya varios meses que notaba un cierto fastidio por la rutina cotidiana. Tal vez su trabajo tenía algo que ver. Como oficinista, el rol que tomaba en el día a día no era muy estimulante. Al final de la semana ese día viernes no mejoraba el panorama porque le esperaba un apartamento vacío.

Para colmo de males no habian en vista amigos que pudieran consolar su reciente soledad.

Durante el juego de sumisión jugado con su novio, había tenido la oportunidad de divertirse en el trabajo con un compañero sexual. Recordaba que en una ocasión Gustavo le había ordenado seducir a un compañero. Ella había ido más allá ( algo que su novio nunca supo ), y había concretado un encuentro real en el depósito de suministros. Le habían seguido otros dos episodios en la fotocopiadora y un encuentro debajo del escritorio para darle placer oral.

Gustavo le había ordenado masturbarse mientras jugaba ese juego mental, pero a Florencia le había resultado más interesante concretar los sueños y llevarlos a la realidad. Ella pensaba que allí había comenzado el deterioro de la relación, pero para ser honestos, no sentía demasiados remordimientos porque la idea de una ruptura ya estaba presente en sus pensamientos desde mucho antes.

A su compañero de oficina le habían trasladado a otra ciudad y ahora estaba demasiado distanciado para llamarle y tenerle en un par de horas, al horario de salida. Quizá podría pedirle que viniera para el sábado, pero no antes. Se reprochó internamente no haberle llamado en la mañana porque su tensión sexual ya llevaba varios días y tendría que seguir posponiéndola.

Hoy no estaba de humor para usar el vibrador. Necesitaba una boca, una lengua, algo más completo que un aparato. Caía en la cuenta de que todos los hombres que conocía estaban emparejados. Desechó mentalmente la idea de tentar al novio de alguna amiga... al menos por ahora. Siempre podía esperar al sábado.

Después de concretar la llamada y ya segura que pasaría el fin de semana acompañada, decidió pasar por un bar y tomar algo antes de irse a casa.

Eligió un local que ya había visto antes, pero al cual nunca había entrado. Habían cinco motocicletas aparcadas al frente. Negras y con los calcos típicos de los tíos de chaquetas de cuero, sintió cierta curiosidad por verles.

Apenas traspasada la puerta se arrepintió de haber entrado. Una par de espectros casi dormidos sobre la barra, una luz mortecina y una mesa de pool ocupada por los cinco motoqueros no alcanzaban a darle aspecto alegre al local, sino más bien al contrario.

Florencia pidió una cerveza sólo para descansar y decidió en ese momento terminarla para irse directamente a casa.

Uno de los motoqueros se acercó a la barra para pedirle al barman cinco cervezas en botellas. Alto, corpulento y de pelo largo revuelto, tenía un bigote que se extendía más abajo de las comisuras de sus labios. Miró la cerveza que Florencia tenía en su mano y le hizo un comentario al tiempo que acentuaba la frase con la cabeza:

- "De donde venimos, las chicas no toman del pico."

Florencia respondió con una sonrisa. El hombre alto se presentó como David y le invitó a jugar al pool con su grupo mientras con su mano mostraba el salón vacío:

- "No hay mucho por hacer aquí. Ven a jugar con nosotros. No somos tan malos como parecemos"

Después de pensarlo un momento, Florencia aceptó diciendo:

- "Vale, pero no tengo dinero si de apuestas se trata.."
- "Siempre podemos pensar en algo que intercambiar..." Contestó divertido David mientras con su cara hacía una mueca cómplice.

Después de las presentaciones, los motoqueros armaron dos grupos. Florencia jugaba con David y José, un tío robusto de espaldas anchas y abdomen ligeramente voluminoso. Tenía una sonrisa simpática. En el otro grupo quedaron Carlos, un pelirrojo de bigote y barba candado, Emilio, alto y atléticamente delgado, y Alberto, un forzudo con músculos de acero.

Florencia quedó fascinada con las personalidades que demostraron David y Alberto, los más simpáticos del grupo. Eran jocosos a pesar del aspecto tenebrosamente intimidante. Mientras todos contaban anécdotas e intercambiaban bromas con Florencia, un juego de insinuaciones respondidas y roces furtivos comenzó a excitarla. Al paso del tiempo y de las jugadas, Florencia sentía la confianza suficiente como para tomar contacto físico con ellos, tocándoles en los antebrazos y dándoles pequeñas caricias a sus enormes espaldas durante las jugadas. Las insinuaciones se hacían más intensas.

Visiblemente intrigada, Florencia preguntó si tenían compañía femenina, a lo que los motociclistas respondieron que la "chica del grupo" había partido buscando nuevos horizontes.

Inocentemente Florencia preguntó por qué "chica del grupo".

- "Bueno, verás... Clara era especial.... le gustaba compartirnos, ¿entiendes?". Respondió de manera cómplice Emilio mientras el resto se reía abiertamente.
- "El puesto está libre... si lo quieres." Dijo Alberto con un guiño y una sonrisa.

Florencia se sonrojó ligeramente, y sintiendo una mezcla de sensaciones que combinaban lujuria y halago, respondió:

- "Bueno, quizá pueda cumplir con mi fantasía secreta..." dijo bromeando

Después de un par de horas y algunas pizzas compartidas, David le preguntó abiertamente:

- "Tenemos una casa en las afueras... ¿Te vienes con nosotros?"

Para ese entonces, Florencia ya estaba decidida. Aceptó subiéndose a la motocicleta de David.

Ya en la casa, el grupo fue a una de las habitaciones que resultó tener una cama de dos plazas. Entre todos desvistieron a Florencia mientras le besaban en todo el cuerpo. Toda su piel era invadida por sus bocas que recorrían labios, pechos, abdomen, espalda y piernas.

Completamente desnuda y sumamente excitada, le acostaron en la cama boca arriba mientras se desnudaban para disfrutar de una orgía fantástica con el cuerpo de Florencia como anfitrión.

David le abrió las piernas mientras llevaba su boca directamente al coño de la invitada. Emilio llevó sus testículos a su boca para que los besara y lamiera. Alberto se montó sobre su pecho para acariciar sus tetas rítmicamente con sus genitales. Carlos y José se habían apoderado de sus manos y le guiaban para que les masturbara.

Su cuerpo completamente excitado, comenzó a moverse y contraerse en un ritmo que era guiado por las oleadas de placer que Florencia sentía ante ese festín de lujuria que nunca antes había experimentado.

Rodeaba con sus piernas a David, tragaba el pene de Emilio, el sexo de Alberto le mojaba sus pechos. La manos lubricadas y mojadas por acariciar a Carlos y a José. Comenzó a arquear rítmicamente su cuerpo mientras oleadas de sensaciones nuevas le invadían y con sus movimientos buscaba acariciar la piel de esos cinco hombres que le estaban poseyendo.

Comenzó a crecer su excitación. La presencia próxima del orgasmo le llevaron a gritar que la penetraran. Acomodándose para el acabado final de una fiebre orgiástica nunca antes vivida, los cinco hombres se prepararon sin improvisación alguna.

David se acostó boca arriba en la cama mientras el resto guiaba a la invitada para que se recostara sobre él. Le montó sobre el pene con las piernas recogidas mientras David penetraba por su vagina lubricada y lista. Florencia podía sentir las contracciones de sus músculos que parecían retener fuertemente al largo pene del hombre.

Por detrás suyo, Alberto lubricó con gel su ano. Al sentir la presencia de la ancha cabeza, Florencia se relajó mientras Alberto penetraba profundamente su ano. Al principio notó una pequeña resistencia que le provocó una estimulante mezcla de dolor y placer. Al cabo de unos momentos, logró relajarse lo suficiente para sentir cómo el miembro entraba y salía mientras le acariciaba por dentro.

Era la primera vez que experimentaba una doble penetración. Su novio anterior se había ayudado con el vibrador en algunas ocasiones, pero esta era una sensación plena y única. Los hombres se movían a ritmos distintos, estimulándola completamente. Hábiles y expertos alternaban ritmos diferentes que cambiaban bruscamente por fuertes arremetidas que le llegaban a lo más profundo de su ano y de su coño.

Para ese entonces se dió cuenta que Carlos guiaba su cabeza y boca para hacerle tragar profundamente su pene. Habia intercambiado lugar con Emilio, que estaba ahora en su mano izquierda. Carlos le tenía sujetada la cabeza y embestía fuertemente contra su boca. Su pene no llegaba tan profundo como para darle arcadas, pero era ancho y grueso, goteaba mucho líquido seminal, lo que le provocaba a Florencia una sensación de perversa lujuria.

Le habían lubricado las manos con mucho aceite. Masturbaba fuertemente con su mano derecha a José, que tenía el pene más largo de los que había visto esa noche. Lamentó que no estuviera en su vagina penetrándola, pero pensó por un momento que quizá se habían ordenado de acuerdo a alguna jerarquía dentro del grupo. Lo importante era que más tarde o más temprano ese pene le llenaría.

Emilio movía sus caderas para aumentar la excitación del movimiento de Florencia. Mientras los movimientos de los penes que le penetraban por vagina y ano no dejaban de excitarle, y su boca se llenaba con la picha de Carlos, sintió la eyaculación de Emilio, que resultó ser el primero en terminar. El semen le manchó el pecho, la cara y el pelo. Florencia no pudo dejar de sentir una ola de satisfacción.

Liberada su mano, la apoyó sobre el pecho de David. Sintió la ola del orgasmo que llegaba casi al mismo tiempo que David eyaculaba llenándole la vagina y el calor del líquido de Alberto que le recorría el culo por dentro. Gemía con la picha aún en la boca sintiendo olas de satisfacción cuando David y Alberto se retiraron. Inmediatamente fueron reemplazados por Carlos que le penetró por vagina mientras ella subía y bajaba sus caderas. José se apoderó de su culo, lo que agradeció mentalmente por la fantástica penetración que experimentó. Entre ambos volvieron a crear una cuadro rítmico que le penetraba doblemente mientras con sus manos, ahora libres, esparcía el semen de Emilio por su cara y pecho.

El juego siguió por varios minutos, lo que le permitió a Florencia tener un orgasmo anal primero y un segundo orgasmo vaginal gracias al fabuloso control que Carlos demostró tener sobre su eyaculación.

Al terminar, los hombres se repartieron entre varias habitaciones para dormir, mientras Florencia y Alberto durmieron en esa misma cama.

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