Sexo virtual
Es domingo, muy entrada la madrugada.
Hemos estado chateando desde
hace algunos minutos. No es la primera vez que nos conectamos, pero sí
es la primer vez en que la conversación fue derivando lentamente a temas
íntimos y privados.
Nos sentimos cómodos charlando mutuamente. La
sensación de intimidad que nos rodea en esta atmósfera es tranquila,
puedo sentir como el ambiente se ha electrizado entre nosotros.
No
puedo negar que me siento seducido por esta extraña sensación. Es un
momento cálido entre nosotros, que ha permitido aflorar sensaciones
ardientes. Vaya que teníamos deseos escondidos...
Me encandilo
mirando tu hermosa melena negra. Los cabellos desordenados acarician tus
mejillas mientras esos ojos grandes y pardos me miran.
Contigo he
comenzado a sentir un cúmulo de viejas sensaciones olvidadas. El corazón
acelerado, las mariposas en el estómago... Hay un mundo de razones que
generan luchas internas que me llevan a liberarme para disfrutar estos
momentos contigo.
Después de unos minutos de dudas e incertidumbre,
libero mis pensamientos con una mezcla de euforia y sensualidad que
nunca antes había experimentado.
Me miras intensamente. A través de
la cámara puedo notar en tus ojos la ansiedad creciente del deseo. Es
una noche intensa. Al parecer nos necesitamos con premura. La soledad de
nuestros matrimonios nos lleva a cometer estas locuras antes nunca
experimentadas.
Miras de reojo y adivino que tratas de saber si tu
esposo está dormido. Te apartas de mi vista por un momento y te adivino
asegurándote de no ser atrapada.
Vuelves con una sonrisa cómplice
para acomodar tu imagen en la pantalla. Intuyo tus piernas juntas y
apretadas. Tu rostro se nota acalorado en esta noche de locura sensual.
Llevas tu cabello hacia atrás y puedo ver tu cuello desnudo y las
suaves curvas de tus hombros. Esas imágenes llegan hasta mí con la
maravillosa sensación de belleza que te envuelve.
Sonríes apenas con tus carnosos labios y la punta aterciopelada de tu lengua se asoma tímidamente entre ellos.
Desabotonas tu blusa poco a poco y la calidez de tu piel se hace
visible a mi ojos. La curva de tus senos corta mi aliento, mientras la
sequedad de mi boca refleja el deseo que mi alma experimenta por tenerte
junto a mi.
Sonríes mientras tus manos acarician suave y lentamente
la curva de tus pechos. Estimulas tus pezones erectos y poco a poco
enciendes el motor de mi deseo, que se vuelve cada vez más
incontrolable.
A través del monitor veo que te mueves. Adivino el
ritmo de tus piernas en esa cadencia propia de la excitación. Una de tus
manos se pierde hacia abajo para buscar el hueco de tu entrepierna.
De repente, te sobresaltas, sintiendo ese miedo repentino del culpable
cuando es descubierto. Después de unos instantes, te relajas y volvemos a
disfrutar mutuamente de nuestras imágenes culposas, ahora sin
tapujos... sin mentiras.
Acomodo la portátil sobre la mesa del living y me recuesto sobre el sillón desnudo por completo.
Tú arreglas la cámara. Veo cómo subes tus piernas a los bordes del
escritorio ofreciéndome la inmaculada visión de tu sexo en primer plano.
Te recuestas en la silla para que pueda verse tu cuerpo por completo.
Estás desnuda frente a mí.
Rogando mentalmente por no ser
interrumpidos, veo tu sexo mojado poco a poco. Tus dedos expertos tocan
tu sexo quitando algo de flujo. Me muestras un hilo de fluído entre tus
dedos.
Hay una sirena en mi cabeza que me dice "no sigas... no lo hagas".
Pero tu imagen es demasiado para mi. Tu osada decisión de mostrarte
ante mi presencia, en esa extraña determinación, termina por vencer mis
útimas defensas.
No puedo, o más bien no quiero controlarme.
Nos masturbamos frente a frente y compartimos ese momento único e
íntimo. Dos desconocidos en una noche tormentosa. La sensación de
complicidad, mezclada con miedo y lujuria se apodera de nuestros
sentimientos.
Tus piernas abiertas. La suave piel de tu sexo. Tus
dedos que se mueven rápidamente mientras con la otra mano acaricias tus
pechos, llenan mi pantalla.
Alimentas mi mente con ese movimiento
sensual de tus caderas. Tu cuerpo se arquea rítmicamente en esa danza
lenta y sexual que nos une en esta, nuestra primer noche juntos.
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