lunes, 15 de octubre de 2012

La web de arte

La web de arte

Valeria entró a mi vida en un momento complicado.

Es una artista plástica de renombre que acudió a mi teléfono solicitando mis servicios de fotógrafo y diseñador web con la intención de crear una página y así poder promover sus obras.


La charla telefónica inicial si bien fue formal, no dejó de ser entretenida y después de algunos minutos, concluimos por encontrarnos en su domicilio y así iniciar los trabajos preliminares. Aprovecharíamos además para ponernos de acuerdo con el presupuesto y los detalles técnicos menores.


Un par de días después, el taxi me dejó frente a la dirección de Valeria. Me bajé y toqué el timbre para esperar algunos momentos, al cabo de los cuales abrieron la puerta y pude verle por primera vez. Mi primera impresión sobre Valeria fue el suave aroma de su perfume, que me envolvió suavemente.


Me hizo pasar y después de saludarnos con un par de frases triviales, me invitó a un café. Pasé a un living y tomando asiento, pude observar cómo se alejaba por unos momentos, regresando con un par de pocillos de café.


La charla se desarrolló en torno a lo que necesitaba para la creación de su web, centrándonos principalmente en el aspecto estético. Cuando Valeria desviaba los ojos, yo aprovechaba para darle un vistazo a sus piernas, que se asomaban debajo de una falda que terminaba encima de sus rodillas. Podía mirar las suaves curvas de unas piernas deliciosas que se inclinaban suave y delicadamente. Apenas podía, le miraba de reojo disimuladamente. En un par de ocasiones tuvo que buscar unos de documentos y aproveché para observar su figura mientras se ponía de pie.


Creo que se dio cuenta que le observaba de una manera no muy profesional, pero estimo que eligió dejarlo pasar.


Fueron pasando las semanas y con Valeria tuvimos que encontrarnos muchas veces. En una ocasión fuimos a una de sus muestras de pintura. Al terminar la noche, decidí ayudarle a recoger todas sus obras. Le pregunté si necesitaba ayuda para llevarlas de regreso al taller, y después de algunos momentos de duda, se decidió por aceptar que le acompañase con las telas.


Su taller no estaba en su casa, sino a un par de cuadras. Mientras viajábamos, mantuvimos una charla amena, en la cual entremezclaba yo algunas bromas. De repente, creo que sin intención, Valeria rozó mi pierna con su mano. No pude menos que sentir una ola de excitación que me recorrió por completo. Traté de ocultar mi turbación, pero por algún motivo intuí que no era el único que se había inquietado con el contacto.


Después de llegar a su taller, bajar las pinturas y acomodarlas cuidadosamente, comencé a despedirme, pero la insistencia de Valeria para que me quedara a tomar un último café, acabó de convencerme.


El atelier es amplio, y al costado del mismo tiene una pequeña cocina. Allí fue Valeria a preparar el café y mientras trabajaba en ello, no resistí el impulso de acercarme.


Creo que no pude controlar mi creciente excitación. Mi pierna le rozó levemente y pude notar un breve sobresalto en su vano intento de ignorar ese contacto. Le recorrí con mi mano suavemente por el talle y dándole vuelta para dejar su cuerpo frente a mí, tomé su rostro para acercarme hasta rozarle insinuantemente sus labios con los míos.


Mientras le besaba, abrió levemente su piernas y aproveché para que mis manos buscaran la curva de sus pechos y bajaran lentamente por su abdomen.


Comencé a besarle el cuello mientras mis manos apresaban las formas de su cadera, deslizándose lentamente hacia atrás. Me excitaba cada vez más mientras podía sentir como Valeria respondía a mis caricias.


Le quité el vestido y su espléndido cuerpo quedó en ropa interior. Hablaba con ella susurrándole frases al oído. Comenzamos a movernos con intensidad creciente. Mis manos se deslizaron por dentro de sus bragas, mientras ella me desvestía abriendo mis pantalones. Sus dedos rozaron todo el largo de mi polla.


Le hice sentar en una silla y, deslizando por sus piernas la ropa interior, me arrodillé frente suyo y abriéndole los muslos, acerqué mis labios a su sexo para que mi lengua comenzara a recorrerle. Me sorprendió sentir cómo ya se había humedecido. Mis mejillas estaban atrapadas entre el calor y la suavidad de su piel. Movía mi cabeza lentamente recorriendo todo lo largo de su sexo. Valeria acariciaba mis cabellos. Me atraía contra su cuerpo mientras movía sus caderas en un suave y lento vaivén que nos excitaba cada vez más. Había comenzado a sentir sus gemidos que iban aumentando en intensidad.


Después de un largo rato, nos recostamos sobre unos almohadones completamente desnudos. Allí volví a sumergirme en las profundidades de su sexo para saborear el fluido viscoso, que me llenaba la boca con esa suave mezcla de sabores dulces que provenían de su interior. Valeria me recostó sobre nuestra improvisada cama, y llevando su boca sobre mi polla, comenzó a chupar la cabeza. La sensación suave de su lengua sobre mi pene no hizo otra cosa que excitarme todavía más, si eso era posible. Mientras mi amante movía su cabeza lentamente, deslizaba sus labios por todo el largo de mi pene.


Me ubiqué sobre su cuerpo, y abriendo sus piernas, comencé a introducirle la cabeza de mi polla lenta y rítmicamente. Al principio de la penetración podía sentir cómo el coño de Valeria ofrecía resistencia, pero sus gemidos intensos me expresaban su placer y sus manos estrujaban la piel de mi espalda. Con un movimiento de bombeo que le penetraba y salía rápidamente, entraba y sacaba mi glande de su vagina, terminando de excitarnos por completo. Después de unos momentos, Valeria me tomó por el culo para impulsarme a su interior bruscamente.

Comencé entonces unos fuertes movimientos de embestida, mientras el silencio del taller se mezclaba con nuestros gemidos intensos y el ruido del choque que se producía cuando mis huevos pegaban contra su entrepierna.

Al cabo de un rato le puse en cuatro, mientras le penetraba la vagina bruscamente por detrás. Mis manos le tomaban y acariciaban sus senos. Seguí así durante un largo rato, embistiendo su coño fuertemente. Parecía que Valeria no había experimentado una penetración fuerte como la que experimentaba en ese momento por el modo en que gozaba. Cuando ya no pude más, le pregunté si podía acabar dentro de ella. Terminé vaciándome por completo en su interior.


Nos bañamos juntos, cerramos el atelier y le acompañé a casa para que no llegara sola en medio de la noche. Al despedirnos junto a su puerta y amparándonos en las sombras de la noche, nos besamos largamente mientras juntábamos intensamente nuestros cuerpos.


Su esposo estaba de viaje, por lo que no temíamos ser sorprendidos.


Antes de irme, allí mismo cual adolescente, me atreví a subirle nuevamente la falda para follarle por última vez contra la pared. Acabamos juntos.


Después de eso, me subí el cierre del pantalón y le acomodé la falda. Nos despedimos con un beso.


Al llegar a casa, le envié a Valeria un mensaje de texto.

 

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