miércoles, 7 de noviembre de 2012

Una experiencia













Una experiencia

Sin decir ninguna palabra, te llevé cargando hasta mi cama, me recosté a tu lado y comencé a desnudarte poco a poco. Mientras tus ropas se deslizaban suavemente, recorrí tu cuerpo con mi boca cubriendo toda tu piel. Tenías los pezones erectos y las aréolas duras por la excitanción.

Después de besar tus pechos, me dirigí hacia abajo, recorriendo lentamente la piel de tu abdomen, y separándote las piernas comencé a besar tu sexo, en el que se notaba la presencia de fluido viscoso y cálido.

Abriendo las piernas, movías ritmicamente tus caderas para que con el movimiento mi boca se frotara más intensamente en tu interior. Tu fluído comenzó mojando mis labios pero con el intenso movimiento de placer en el que frotabas tu coño contra mi boca, pude sentir cómo tu viscosidad húmeda mojó mis mejillas, empapándome de tu olor y perfumando mi cara, envolviéndome en ese aroma excitante que tanto me gusta.

Yo estaba inclinado contra tu sexo como si fuéramos a iniciar un 69. Con mis caderas, cerca de tus pechos, tomé tus manos guiándolas para que me masturbaras la polla, que ya comenzaba a hincharse al máximo y por la punt de la cabeza empezaba a derramar líquido seminal.

Con movimientos expertos, me frotabas y con la punta de los dedos, acariciabas mi glande, desparramando mis fluídos por la cabezona polla y empapando tus manos.

Después de algunos minutos de intensa excitación, te puse boca abajo mientras separaba tus piernas. Tomando un almohadón, lo deslicé bajo tu vientre para ubicarte en una mejor posición. Con mis manos, separé tus muslos para que dejaras espacio a mi cuerpo, porque mi intención era penetrarte.

Me monté sobre tu cuerpo y mientras besaba tu cuello por atrás, puse la cabeza de mi polla contra tu vagina. Nuestros sexos estaban muy mojados por la excitación. Con movimientos pausados, suaves y rítmicos, yo presionaba la cabeza de mi pene contra tu vagina. Al principio penetraba sólo un poco, mientras notaba tus jadeos de satisfacción ante mis arremetidas. Hice varias embestidas para poder introducir mi cabezona polla de a poco. Al cabo de varios movimientos, toda la cabeza de mi pene ya se había introducido.

Mientras iniciaba así la penetración en tu sexo, podía notar cómo bajaban tus flujos mezclándose con los míos. Chorreabas tanto que manchamos las sábanas. Podía notar cómo mi polla, muy lubricada se movía fácilmente dentro de tu vagina. Yo seguía os movimientos entrando y saliendo mientras sentía como gemías mientras te penetraba por detrás. Seguía besándote mientras te invadía con mi sexo y podía ver que cada vez que me acercaba a tu boca, abrías los labios y melamías con la lengua. Tu saliva se deslizaba hasta las sábanas.

Mientras te penetraba, una de mis manos se apoyaba en el colchón y me permitía separar un poco el tórax de tu espalda para ponerme en mejor posición y llegar más adentro de tu vagina. Con la otra mano había rodeado tus caderas y la punta de mis dedos te acariciaba el clítoris.Lo tenías muy hinchado y se notaba largo, duro y resbaloso. Te lo frotaba con intensidad moviendo mis dedos a lo largo de él. Con cada movimiento podía sentir tu placer al intensificar tus movimientos.

Había llegado el momento de penetrarte por completo. Comencé a mover mis caderas con movimientos más largos y pausados. Podía sentir cómo tu vagina, ya lubricada por completo se oponía al paso de la cabeza de mi polla que le invadía y abría intensamente mientras ese movimiento de penetración provocaba que tus gemidos se hicieran más intensos y se mezclaran con tu intensa respiración.

Con cada penetración gritabas de placer. Con tus manos en mis caderas, guiabas la penetración haciendo que mis movimientos se hicieran bien profundos para que yo llegara con mi pene hasta el cuello del útero. Mientras más profunda era la penetración, más intensos eran los gemidos graves de placer. Cada embestida se hacía más intensa y en cada una la penetración era más enérgica. Notábamos como tus nalgas chocaban sonoramente contra mis caderas.

Tu vagina se había adaptado al tamaño de mi polla. Yo podía sentir cómo tus músculos se contraían apretándome intensa y rápidamente en espasmos que eran acmpañados con movimientos involuntarios de tu cuerpo y gritos de placer.

Sin parar en ningún momento, ya todas mis embestidas penetraban profundamente tu vagina y parecía que la estrechez de tu vagina se había adaptado al tamañomi cabezona polla. Prácticamente en todas las penetraciones tocaba yo el cuello de tu útero y después de varios minutos pude sentir cómo llegabas a tu orgasmo mientras tu vagina se contraía intensamente, me clavabas las uñas enterrándolas en la piel y tu cuerpo se contraía al mismo tiempo que gritabas.

Dejé que terminaras mientras seguía embistiendo contra tu cuerpoy pude notar cómo te corrías y tu vagina se relajaba casi por completo. Sin dejar que descansaras, continué bombeándo tu cuerpo fuerte y duro. Mi pene se introducía en toda su extensión en tu dilatada vagina y podía notas cómo seguías gozando intesamente de la penetración.

Seguimos por varios minutos mientras yo gozaba de tu cuerpo y tú seguías acumulando orgasmos hasta que finalmente decidí derramarme dentro de tí. Con una contracción intensa de mi cuerpo, eyaculé y pude sentir cómo el líquido caliente llenó tu interior por completo. Al terminar, hice dos o tres penetraciones suaves para terminar de sentir las caricias de tu vagina sobre mi polla y relajándome, me recosté unos instantes sobre tu cuerpo.

Terminamos exhaustos y las transpiración corría por nuestros cuerpos desnudos.
Decidimos bañarnos juntos y terminar nuestro encuentro con un café, para después continuar con nuestro trabajo.


 
 

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